A sus 91 años la novia de Barranquilla cerró sus ojos para siempre, luego de permanecer internada por varios días en la Clínica La Asunción por una isquemia cerebral.
Esthercita dejó un legado importante para el folclor y el Carnaval. Lo que empezó como entretención de tertulias entre familiares y amigos a sus 4 años cuando apenas entonaba sus primeras canciones, se convertiría años más tarde en la base de una carrera que la llevaría por las ciudades más importantes del continente.
New York, Panamá, Santo Domingo, Venezuela y Cuba hicieron parte de su recorrido internacional, consolidándola como embajadora de la música colombiana y la Costa Caribe. En 1998 el Ministerio de Cultura le otorgó el título Emérito 1998 por su aporte y dedicada labor a la cultura del país, asimismo, la Cámara de Representantes le concedió la orden ‘Policarpa Salavarrieta’ con el grado de Comendador.
Ahora, el corazón de Barranquilla ha de entonar sus himnos, las letras y los versos inolvidables que por más de una década se escucharon en cada rincón de estas tierras, y especialmente en el Carnaval y su eterna Guacherna; cuando su novia en medio de “faroles de luceros” desfilaba por las calles inundadas de derroche y sones cumbiamberos.
Esa guacherna, ya no verá más a su creadora y señora, pero llevará siempre el legado de Esther Forero Celis. Mi vieja Barranquilla, La Guacherna, Luna barranquillera, Volvió Juanita, Palito e matarratón, Tambores del carnaval, entre otras serán hoy más que ayer los himnos de un recuerdo que habrá de permanecer en la historia del Carnaval y de La Puerta de Oro de Colombia.
Fuente: El Heraldo